La Granja

Se conoce comúnmente como danzas circulares, a aquellas danzas, típicas de nuestra región o país, que han ido enseñando y aprendiendo generación tras generación.
Yo misma, incluso, recuerdo haber aprendido, y bailado una danza circular típica de la época de Mozart. Comenzaron siendo circulares, por que el hombre en tiempos de “tribus” acostumbraban a bailar siempre alrededor de algún símbolo.

Pero no es de este tipo de danza circular del que quiero hablar, si no, de otro.
La danza circular en nuestro día a día, con nuestra pareja, nuestro mejor amigo, nuestra mitad. Cuando llevamos años compartiendo la vida con alguien en concreto, llegamos a conocer cosas que ni uno mismo se hubiera dado cuenta. Sabemos anteponernos a una reacción, sabes cual va a ser su respuesta, y tu mitad conoce la tuya.
Conocemos que es lo que le va a sentar bien, o mal, por lo que sabiendo esto, nos anticipamos a esa situación, así en un continuo vaivén. Ahora traslada esta causa-efecto a un baile, tu sabes el paso que va a dar tu pareja, por lo que sin esperar a que te lo indique realizas tu propio paso, encajando así uno tras otro en perfecta armonía.
Esta bien, que ocurre cuando uno da un paso inesperado? Se acaba la danza? O el otro coge de nuevo el ritmo? En la danza es cuestión de segundos recuperar el ritmo con el nuevo paso, y no hay ningún problema de por medio, es un nuevo paso, porque no probarlo, porque no hacerlo? Solo por la costumbre de que danzar en círculos perfectos. No arriesgas a aprender o inventar nuevos pasos? Recuerda que es un baile, es armónico, y tu pareja encaja limpiamente tus cambios de paso, al igual que tu encajas los de tu pareja. Un vaivén. Sin más.

Todo es mucho mas simple de lo que lo vemos.